Bordes de luz curvados que trazan las formas de la carrocería aerodinámica lacada en azul celeste, piezas cromadas pulidas y relucientes, que resplandecen relucientes. ¿Puede un automóvil ser arte? Esta pregunta se responde a sí misma teniendo en cuenta estas rarezas automovilísticas, como el Citroën DS «Le Croisette» de 1958. En Grand Basel, un nuevo salón para automóviles clásicos y exclusivos, se pudo contemplar, junto a este descapotable, otras muchas maravillas.