En principio, toda iluminación tiene un efecto nocivo: los colores se desvanecen, modifican su tono, se oscurecen; los materiales se resquebrajan, se deshacen y se forman grietas.
El factor de daño (F
dm, rel), también denominado índice de daño (DI, damage index en inglés), describe en qué medida es dañina la radiación de una fuente de luz para los colores y los materiales. La luz solar, por ejemplo, emite tanto radiación ultravioleta, invisible al ojo humano, como luz de onda corta, que sí percibimos. Por esta razón, la luz solar es notablemente más dañina para muchos materiales que la luz artificial generada por los LEDs.
El factor de daño depende de la
distribución espectral de una fuente de luz y del componente nocivo que esta contenga. Es el cociente de la irradiancia nociva (W/m²) y de la iluminancia (lx o lm/m²), y normalmente se expresa en milivatios por lumen (mW/lm). Los valores inferiores a 0,2 se consideran aceptables para la iluminación del arte. Mientras que las fuentes de luz anteriores solían sobrepasar con creces este valor, los LEDs de alta calidad actuales se encuentran por debajo del mismo. Las luminarias con una temperatura de color blanco cálido tienen la ventaja de que su distribución espectral no contiene radiación UV y solo contiene un pequeño componente de azul de onda corta. El factor de daño de estos LEDs está muy por debajo de 0,2.